Fernando Castro
Aldo Hinojosa / Bola de papel |
He visto una bola de papel sobre un pedestal y protegida por una urna de
metacrilato o tal vez fuere de cristal blindado. Dejándome llevar por viejas
pulsiones di rienda suelta a una serie de improperios que fueron publicados
súbitamente. Ahora sufro las consecuencias: acaban de retirarme el saludo en el
mundo bienalístico y un curator de
muchas campanillas me ha sugerido que soy un analfabeto “regresivo”. Creí que
el emperador estaba desnudo y resulta que le estaban cortando trajes
sofisticados para poder seguir desfilando al rito, si hiciera falta, de loas
poscríticas. Aquello que desprecié era la herencia duchampiana pasada por el
marketing londinense y sancionado por premios ajenos al cartón de piedra. Donde
veía recoña y obviedad, fluía la ironía, la deconstrucción y el neoconceptual.
La perspectiva de rana me autorretrató y no fui capaz de advertir que allí no
había un folio estrujado sino una epifanía del arte verdadero. Al ignorar el
poder cimentador y santificador de la peana no pude comprender que lo banal ha
sido convertido en reliquia. El idiota, especulativo y atrapado per speculum, soy yo: un crítico que se
pasó de listo al aplicar la máxima de “lo que ves es lo que ves”. Aquello era
algo trascendental y no residual, su destino el museo y no la papelera.
Tomado de la revista Descubrir el ARTE, No 156, Febrero 2012
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